martes, 15 de febrero de 2011

Políticas Salariales

Política salarial y dependencia alimentaria


La política salarial en México es utilizada para mantener bajo control “los equilibrios macroeconómicos” y para “hacer competitiva a la economía”, mediante los siguientes mecanismos:

 1) Los salarios se utilizan como instrumento antiinflacionario a partir de la fijación adelantada de los aumentos iguales a la tasa de inflación proyectada anual, la cual es superada por la inflación realmente observada; 

2) Los topes salariales reducen el costo de la mano de obra para ofrecerla como una ventaja comparativa a las Grandes Empresas Trasnacionales (GET), y 

3) La contención salarial sirve como instrumento contraccionista de la demanda agregada (al disminuir el poder adquisitivo de los salarios, se reducen los niveles de consumo, inversión y la generación de empleos) con el fin de disminuir el déficit externo.

La política de incrementos salariales por debajo del índice inflacionario la podemos observar si analizamos el comportamiento de la tasa de inflación oficial calculada por el Banco de México y los aumentos anuales al salario mínimo general y contractual de jurisdicción federal en los años del neoliberalismo económico: en 1989 la inflación llegó a 19.7% y el aumento a los salarios mínimos y contractuales fue de 17.9% y 12.4%, respectivamente; en 1990 la inflación cerró en 29.9%, mientras que el salario mínimo obtuvo sólo 9.4% de aumento y el contractual 16.8%; en 1995, año de una de las crisis económico-financieras más severas, la inflación llegó a 51.9%, en tanto que las minipercepciones y los salarios contractuales sólo alcanzaron 17.6% y 12.3%, respectivamente; en 2004, la expectativa de inflación del gobierno federal de 3% fue rebasada de nueva cuenta, ya que cerró en 5.1%, por lo que los salarios se mantuvieron en rezago respecto a la inflación: el mínimo general sólo obtuvo 4.3% de aumento, mientras que los contractuales registraron un incremento de 4.1% en promedio; al cierre de la administración foxista, en 2006, la expectativa de inflación del 3% no se cumplió, al ubicarse en 4.2%, los minisalarios ese año sólo obtuvieron 3% de aumento, mientras que las remuneraciones contractuales se situaron en 4.1%. Respecto a 2007, el gobierno de Felipe Calderón esperaba que la inflación se ubicara en 3%, pero ese pronóstico ya fue rebasado en junio al registrar un 3.9% de aumento en la inflación, en tanto que el salario mínimo general recibió un incremento del 3% y el mínimo de la zona geográfica A del 3.9%, mientras que el salario contractual observó un aumento del 4.2% en promedio.

Para evaluar el poder adquisitivo de los salarios, se acostumbra relacionar el comportamiento de éstos respecto a los precios de la Canasta Básica Indispensable (CBI), la cual incluye los bienes y servicios más elementales para vivir. Esta evaluación se hace cada vez más necesaria debido a que el gobierno de Calderón no sólo le da continuidad a la política de contención salarial, sino que también inicia con una crisis alcista de productos básicos, originada por la dependencia que tiene el país de los alimentos importados y porque la base de los precios internos de los comestibles tiene como referencia los internacionales.
El incremento del precio de los productos agrícolas en el mercado internacional no sería tan grave para el país si la nación fuera autosuficiente en la producción de los alimentos que consume su población. Sin embargo, el sector agroalimentario mexicano fue abandonado a las libres fuerzas del mercado y en 2008 se abrirá el mercado interno a la importación de maíz, frijol, leche, azúcar y arroz por la eliminación total de los aranceles.

Analicemos la creciente dependencia alimentaria del exterior que tiene México en los años del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC-AN): entre 1994 y 2006, las importaciones de maíz aumentaron 150.2%, al pasar de 2.2 millones de toneladas a 5.6 millones; las de trigo se incrementaron 139.9%, al pasar de 1.4 millones de toneladas a 3.3 millones; las de arroz se elevaron 78.1%, al pasar de más de 431 mil toneladas a más de 769 mil; las de soya crecieron 47.7%, al pasar de 2.4 millones de toneladas a 3.6 millones, y las de frijol aumentaron 34.9%, al pasar de más de 50 mil toneladas a más de 68 mil.
El desmantelamiento del aparato alimentario nacional significó el dominio de las GET en la cadena agroalimentaria y agroindustrial, produciendo la dispersión de los precios de los productos básicos, las alzas especulativas de comestibles e insumos y el desabasto de los mismos. A esto se suma el nuevo contexto internacional de precios altos de los alimentos, que provoca, por un lado, que México importe inflación por la mencionada dependencia que tiene el país, y por otro, alzas especulativas de los productos básicos debido a que los precios internos de los comestibles tienen como referencia los internacionales. Ejemplo de ello han sido los recientes movimientos especulativos en el precio de la tortilla.

Revisemos algunos datos de los aumentos registrados en los precios de algunos productos básicos. Es importante tomar en cuenta que dichos productos tienen aumentos acumulados en el tiempo, mientras que el minisalario no crece en la misma proporción. Revisemos algunos ejemplos significativos: desde diciembre de 1994 a mayo de 2007, el kilo de tortilla aumentó 1,036.8%, al pasar de 0.75 centavos el kilogramo a 8.5 pesos el precio promedio; la pieza de pan blanco o “bolillo” aumentó 588.8%, al pasar de 0.15 centavos a 1.0 pesos; el kilo de huevo 351.5%, al pasar de 3.15 pesos a 14.2 pesos; el kilogramo de frijol 340.6%, al pasar de 3.5 pesos a 15.4 pesos; el kilo de retazo de pollo 144.9%, al pasar de 4.5 pesos a 11.1 pesos; el litro de leche 423.7%, al pasar de 1.8 pesos el litro a 9.4 pesos el litro, y el kilo de bistec de res 280.7%, al pasar de 18 pesos el kilo a 68.7 pesos el kilo. Mientras tanto, el salario mínimo en la zona geográfica A recibió un aumento de sólo 231.7% en el mismo periodo.
El permanente rezago de los aumentos al salario mínimo respecto a los incrementos de los productos de la CBI originó que de la devaluación de diciembre de 1994 a mayo de 2007 el mínimo perdiera el 58.5 % en términos reales y actualmente representa sólo el 12.5% del salario nominal vigente. La minipercepción pasó de 15.2 pesos en diciembre de 1994 a pesos a 6.3 pesos en mayo de 2007, a precios de 1994. Para que el minisalario estuviera apenas al nivel de 1994 requiere de un aumento no menor del 390%, dado que son necesarios 4.9 salarios mínimos para adquirir una CBI de sólo 40 productos.

La pérdida del poder adquisitivo de los salarios y el constante incremento en el precio de los alimentos son muy preocupantes, si consideramos que ambos fenómenos ponen en riesgo la subsistencia de la población: han ocasionado que productos de primera importancia nutricional como la leche, las frutas, el pescado y la carne, queden fuera del consumo familiar. Ante esta situación, la población ha tenido que realizar adecuaciones a sus hábitos alimenticios, al aumentar el consumo de tortilla, chile, frijoles, huevo, algunas carnes frías, verduras, retazo de pollo y vísceras; sin embargo, estos bienes también observan aumentos constantes en sus precios.

La política de topes salariales; la conformación de un mercado monopólico de alimentos constituido por las GET, producto del desmantelamiento del mercado nacional de comestibles, y la creciente dependencia alimentaria que tiene el país del exterior, junto con los altos precios de los alimentos en el mercado internacional, originan: crisis alcistas de productos básicos; desabasto de insumos para la producción; una mayor dependencia alimentaria por las compras extraordinarias de alimentos e insumos provenientes del exterior; importación de inflación; deterioro generalizado del poder adquisitivo de los salarios, con la consiguiente disminución del consumo de los alimentos y el aumento de los niveles de desnutrición en la población, así como el sacrificio de los pequeños y medianos productores, tanto agrícolas como industriales, que absorben los costos de producción con el peligro constante de quebrar, entre los impactos más importantes.



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